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"Queda mucho por hacer para que la obesidad se reconozca como una enfermedad crónica"

"Queda mucho por hacer para que la obesidad se reconozca como una enfermedad crónica"

Patrik Jonsson es vicepresidente ejecutivo de la farmacéutica Eli Lilly and Company, presidente de Lilly Salud Cardiometabólica y presidente de Lilly USA. Se incorporó a la compañía en 1990 como representante de ventas y hasta el momento ha sido vicepresidente ejecutivo y presidente de Lilly Immunology, Lilly Bio-Medicines y director general de Lilly Suecia, Escandinavia, Italia y Japón.

Se licenció en Ciencias Empresariales por la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de Lund (Suecia). Además, fue presidente del comité ejecutivo de PhRMA en Japón y formó parte del consejo de la Cámara de Comercio Americana en Japón.

PREGUNTA. ¿Cómo ha cambiado el mercado de los fármacos para la obesidad en los últimos años?

RESPUESTA. Creo que bastante, pero aun así, en la mayoría de los mercados y los países, sobre todo en Europa, los medicamentos contra la obesidad no se financian. Así que, aunque se ha producido un avance, solo se ha materializado para una parte muy pequeña de la población que lo necesita. Es un paso hacia delante, pero aún queda mucho por hacer para que la obesidad se reconozca como una enfermedad crónica. No hay ninguna otra patología de estas características en la que los pacientes no tengan acceso a terapias revolucionarias.

Foto: (istock)

P. ¿Y cuál es la proyección de crecimiento del mercado para los próximos 10 años?

R. Es una gran pregunta y es difícil responderla. Si nos fijamos en las personas con obesidad hoy en día, diría que solo unos pocos miles están recibiendo tratamiento, y en gran medida lo pagan de su bolsillo. Si realmente creemos en la financiación de los fármacos para personas con obesidad, como pasa con cualquier otra enfermedad crónica, deberíamos esperar que la utilización de estos medicamentos se implemente cada vez más durante los próximos diez años.

Es el caso de la diabetes tipo 2, yo diría que en España la mayoría de personas con esta enfermedad están siendo tratadas. ¿Por qué no iba a ser igual en el caso de la obesidad? Así que creo que el llamamiento más importante aquí va dirigido a los responsables políticos y a las comunidades para que reconozcan la obesidad como una enfermedad crónica y proporcionen el mismo nivel de financiación y acceso a esos medicamentos.

P. ¿Cómo está influyendo el éxito de los medicamentos contra la obesidad en la reconfiguración del mercado?

R. En los últimos cinco años hemos visto que la ciencia está dando grandes saltos. Se ha observado que las incretinas (hormonas intestinales) ayudan a regular el peso y una pérdida significativa genera otros beneficios, como prevenir la insuficiencia cardíaca en la diabetes tipo 2 o mejorar la apnea obstructiva del sueño. Cuando se ven esos impactos positivos masivos en una enfermedad, hay muchas empresas que quieren formar parte de ellos.

Verás que todas las grandes compañías quieren participar en el ámbito de la obesidad, por lo que la competencia va a ser considerablemente más intensa, pero es positiva porque nos impulsa a mejorar. Nos sentimos muy satisfechos con nuestra posición actual como empresa, actualmente somos líderes en el tratamiento de la obesidad y en el área de la salud cardiometabólica.

Contamos con once ensayos clínicos en curso, desde la fase uno hasta la fase tres, donde tenemos la oportunidad de abordar distintas necesidades dentro del campo del tratamiento de la obesidad. Sin duda, surgirán más competidores y más actores en este espacio, pero esperamos que, paralelamente, también se produzca un cambio en el que la obesidad sea verdaderamente reconocida como una enfermedad crónica y se trate como tal.

Foto: Rosalía Rodríguez

P. ¿Y cómo están funcionando los medicamentos de Lilly en el mercado español?

R. Es pronto para saberlo. En España lo lanzamos hace algo menos de un año, pero la acogida que hemos visto ha sido buena, lo estamos haciendo muy bien. Pero, como he dicho antes, en España existen las mismas necesidades que en la mayoría de los países europeos y las personas con obesidad deberían tener acceso a los medicamentos y deberían financiarse.

P. Sobre los efectos secundarios de estos fármacos se sabe poco. ¿Le asusta este asunto?

R. Me parece que no existe ningún medicamento en el mundo que no tenga efectos secundarios. Así que, cada vez que se desarrolla un nuevo fármaco, se debe evaluar la relación beneficio-riesgo. Y, en este caso, esa relación es muy positiva para los pacientes con indicación para este tipo de tratamiento.

Lo que a veces la gente olvida es que las incretinas (se refiere a los medicamentos que imitan el efecto de estas hormonas) llevan ya 20 años en el mercado. Fue en 2005 cuando lanzamos la primera generación de aquel medicamento llamado Byetta. No producía la misma pérdida de peso que los actuales, pero en estos años hemos ido desarrollando versiones de incretinas cada vez mejores.

La segunda que lanzamos fue en 2015, y, entonces, ya observamos una reducción significativamente mayor de la hemoglobina a1C (HbA1c) y cierta pérdida de peso. No al nivel que se alcanza con tirzepatida, que llegó después, pero sí un efecto perceptible.

Así que las incretinas ya llevan dos décadas entre nosotros, las conocemos bastante bien y entendemos bien sus posibles efectos adversos. La seguridad es una prioridad absoluta para nosotros, por eso nos aseguramos de vigilarla muy de cerca. Nos encargamos de que el prospecto refleje fielmente todas las advertencias, efectos secundarios, datos clínicos y científicos. Diría que, en general, son muy seguras para los pacientes con diabetes tipo 2 y obesidad, muy pocos interrumpen el tratamiento debido a efectos secundarios.

Foto: Dos cajas de Ozempic. (Getty Images/Mario Tama)

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P. ¿Y podría el tratamiento de la obesidad modificar indicadores económicos como la productividad o el gasto sanitario?

R. Regularmente aparecen nuevos datos, donde vemos los beneficios de tratar la obesidad. Sin ir más lejos, hace unas semanas se publicó un gran estudio en Estados Unidos, Aon. No se conocen todos los datos finales, pero esos datos realmente confirmaron que las empresas y comunidades que están tratando la obesidad y preocupándose por su financiación van a ver una reducción en el aumento de sus costes de atención sanitaria durante el segundo año.

En definitiva, tratar la obesidad es correcto desde el punto de vista humanitario, de la prevención y el desarrollo de enfermedades, pero también desde la perspectiva macroeconómica. Hemos visto datos que muestran que en Europa se estima que el coste de la obesidad es de más de 500.000 millones de euros anuales y se prevé que se triplique para 2035 si no hacemos algo, por eso hay que tratar la patología como crónica.

También observamos efectos positivos en el ámbito laboral. En Estados Unidos, los empresarios que incluyen la cobertura del tratamiento de la obesidad están viendo una reducción en los niveles de absentismo laboral: las personas acuden al trabajo con mayor regularidad y, además, se registra un incremento en la productividad.

P. ¿Los supermercados y las marcas de alimentación ya están adaptando sus productos al auge de los tratamientos farmacológicos contra la obesidad?

R. Creo que veremos más avances. A día de hoy, todavía son muy pocos los pacientes que realmente tienen acceso a los medicamentos que necesitan. Pero, por supuesto, ya hemos visto datos que indican una reducción en el consumo de comida ultraprocesada o poco saludable. Si logramos un mayor acceso a los tratamientos farmacológicos, también creo que deberíamos ver a los supermercados implicarse más, promoviendo de forma activa los alimentos saludables frente a los no saludables.

Pienso que avanzamos hacia una sociedad más saludable, no se trata solo del medicamento, igualmente es fundamental asegurar que se siga una alimentación adecuada y garantizar la práctica regular de ejercicio físico. Los fármacos son una herramienta que facilita una vida más saludable, pero también es esencial que todos los demás elementos estén presentes para que ese cambio se sostenga.

El Confidencial

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